El arte no es cosa.
No es objeto ni es fin. Es viento, es fuego, es agua que fluye entre las manos,es semilla que cae y crece en los corazones que la acogen.
Los objetos no son cosas.
Son sujetos.
Hablan en silencio,miran con ojos invisibles,y son los guardianes del mundo y los testigos del paso del tiempo.
Ellos sienten, y como nosotros, tienen nombre.
Crean los que se escuchan,
los que se sienten, los que piensan en los otros mientras sus manos actúan.
Es la creación mutua, un lazo hecho de pensamiento y emoción, un entrelazamiento que no tiene fin, que no pide nada, pero lo da todo.
El arte vive donde se cruza el camino, donde los mundos se tocan y las fronteras se deshacen.
No se limita a lo visible,
es la memoria que no se olvida, el ritual que se renueva,el gesto cotidiano que se eleva como una plegaria al viento.
Los saberes se encuentran
como ríos que se abrazan,
y en el jiwasa, el nosotros que nos incluye a todos, las manos indígenas y occidentales tejen juntas, sin distinción, sin jerarquía, en un lenguaje común que es el de la creación.
No busquen la división,
ni el límite.
El arte es de todos, como la tierra, como el aire, como el agua que bebemos juntos.
Es la fuerza de transformar, de repartir la justicia en cada hilo,
en cada trenza, en cada obra.
El arte vivo es lo que nos conecta, nos hace seres completos, nos devuelve a lo esencial.
Es un pacto,un susurro que nos dice:
Estamos aquí.
Y juntos, podemos cambiar el mundo.